martes, 17 de febrero de 2009

BORDEAUX DOS

Jueves 11 de septiembre 2003
(INÉDITO)



El único tiempo que cuenta
es el que corre por mis venas
el que mi corazón se esfuerza por empujar un poco más
y ese tiempo que vuela
es un ave que nunca regresa
se agota con el aire que respiro
y con el fuego que me quema
Aquí y ahora
sé que estoy hecho a la muerte para siempre
en mis entrañas
siento crecer las flores blancas con un perfume intenso
y una llovizna eterna y negra
deambula en mi cerebro
no es posible el regreso
No es posible
no hay una segunda oportunidad
no se puede reandar o deshacer este camino
Y al final de la lluvia y de la noche
al final de la sangre y de las flores
nada me espera
sólo este yo eternamente solo
que se apaga
que detiene su vuelo
aquÍ y ahora nuevamente
en torno mío
la blancura ilímite del cielo
los inexpresivos rostros
los labios silenciosos
los muertos


BORDEAUX UNO

martes 9 de septiembre 2003
(inédito)



Todas las nostalgias del mundo han venido esta noche a caer sobre mi cuerpo
A través de la ventana, veo la luna llena,
El planeta Marte que se aleja poco a poco de la tierra
Los perfiles negros de esta ciudad hecha en piedra
El hilo azul del humo que se desvanece
Y yo siento que esta es una soledad tan grande como el universo
Tan larga como el tiempo

No puedo dejar de pensar con cierta simpatía y complicidad
En el ángel caído y sufriente tan lejos de la luz del rostro amado
Y en el hombre primordial arrancado brutalmente de su anhelado paraíso
Y en toda la innumerable multitud de seres derrotados
Que tuvieron que echar a vagar su cuerpo desarmado por territorios hostiles
condenados a hurgar con sus dedos desnudos las arenas del desierto
Pienso en aquellos que tuvieron que robar mujeres, alimentos
Y en los que mendigaron a la entrada de una iglesia
Y en los que yacen enfermos y olvidados en un cuarto oscuro

Pienso sobre todo en los muertos
En los rostros de los muertos
En el rostro de mi madre cada vez más afilado y transparente
Y en mis párpados cerrados y en los espejos abiertos
Y en los cuerpos sin nombre que cada día amanecen masacrados en los campos
Y los que matan a traición
Y los que mueren por odio
O por venganza
O por dinero

Yo siento que todos los muertos de la tierra
Son un solo inmenso muerto
que crece como un árbol siniestro
En mis ojos, en mis venas, en mis huesos.
Y yo soy ese muerto.


BORDEAUX CERO

BORDEAUX 23 de agosto de 2003
7:20 de la tarde
Cali, 12 y 17 del mediodia
(INÉDITO)


Vida mía
Que soledad tan grande
Yo soy como un río que se detenido mucho tiempo y quiero desbordar en ti toda la inmensa ternura que quiere entregarse.
Dónde estás?
Qué haces en este momento?
Tengo tanto amor para darte.

El atardecer va avanzando perezosamente en este cielo extraño,
en esta ciudad donde todo me es ajeno.
Me falta el aire que respiro a tu lado.
Las pequeñas cosas domésticas.
Tu voz, tu piel, tus manos,

Yo voy como un sonámbulo del tinto al cigarrillo,
De los libros a la música
Pero en ninguna parte me hallo
Pero en ninguna parte te hallo.

Solo en mis más íntimos sueños
Tu imagen venerada procura un alivio
A este dolor de bestia acorralada
De hombre aprisionado por rejas de distancia

Tú, mi más alto, mi más bello, mi mejor anhelo.

lunes, 9 de febrero de 2009

LAS JORNADAS








Hubo jornadas verdaderamente grandiosas en la historia de nuestro pueblo:
Habría que haber visto las caravanas que salieron en todas direcciones
perseguidas por aquellos seres bestiales y perversos.
Mitad hombre, mitad bestia cuadrúpeda, eran a veces como seres planetarios
protegidos por fuertes corazas de metal y tenían un poder inmenso sobre los elementos.
Más que dioses eran demonios iracundos y concupiscentes que caían como una peste sobre los poblados sembrando pánico, desolación, sangre y cenizas.
Las mujeres eran raptadas y violadas, las tumbas y los templos profanados, sembrados y aldeas eran presa del fuego. Desde lejos enviaban el trueno y la centella mordiente y nuestros muchachos morían miserablemente. En una sola incursión podían eliminar a cuatrocientos hombres, a cuatro veces cuatrocientos hombres físicamente dotados, guerreros altivos y diestros en ofrendar su sangre.

Grupos de ancianos y de sabios sacerdotes, asistidos por guerreros y gentes del pueblo, salieron de las grandes ciudades, custodiando con celo los tejidos sagrados. Partieron en busca de las puertas secretas, recorrieron extensos valles y bosques enloquecientes, ascendieron las obscuras montañas de las cordilleras, acosados a cada instante por la amenaza de los abismos pavorosos, los desfiladeros eternos azotados por una menuda llovizna de polvo amarillo, hacia regiones cada vez más inhóspitas.

En los preciosos colores se anudaban historias tan antiguas que aún el tiempo no se había instaurado cuando acaecieron. Los mejores artistas de nuestra nación habían derrochado inspiración, voluntad e imaginación para acabar aquellas obras primorosas cuya sola vista inundaba de lágrimas los ojos sensibles. Vidas enteras de pintores, poetas, sabios sacerdotes, maestros de la palabra habían sido ofrendadas durante generaciones para dar cuenta de la obra de los dioses, los hombres y los pueblos, en aquellas texturas delicadas, que ahora eran devoradas por el fuego de la ignorancia y la inconsecuencia infame de los invasores.

Muchos textos había sido destruidos; pero los demonios peludos, de ojos iracundos, que se vestían con horribles trajes negros, seguían su búsqueda insaciable, y no vacilaban en torturar y matar para obtener las confesiones; a veces se valían simplemente del engaño y de la adulación, pero casi siempre la sangre, el fuego y la tortura terminaban por arrancar las palabras secretas conservadas en el corazón de los hombres.

TRES ENSAYOS


El libro titulado Tres Ensayos sobre el Lenguaje, fue escrito por el doctor F. Con antelación al año 1900, pero nunca consintió en su publicación, ni se hace mención de él en la relación de sus Obras Completas...

No obstante, testimonios de sus más íntimos colaboradores y discípulos selectos, indican que siempre fue una obra bien apreciada del maestro; y cuando se refería a ella, lo hacía con una veneración tal que revelaba algo más que mucho amor...

Era como si el sentido de su vida toda entera estuviera, se expresara, se manifestara en aquellas líneas entrecortadas, aquellos párrafos llenos de enmendaduras, de vacíos, de tachones, lagunas y puntos suspensivos...

La forma misma de su escritura y no sólo el contenido nos hablaba de un hombre desgarrado, incompleto tal vez, pero siempre en trance mortal de búsqueda, de hallazgo, de desaparición...

Hablaba de sí mismo. Toda su vida había estado buscando y sólo encontraba esos trozos raídos, esos pedazos de piel o de artefacto, esas imágenes desvaídas e irrecuperables de un sueño, de un deseo, de un olvido...

El primer lenguaje es el de la búsqueda sin sosiego, el del trasegar por mundos terribles desde lo más bajo hasta lo más elevado, desde lo más profundo hasta lo más superficial y vano...
El segundo lenguaje es el del hallazgo, el de la descodificación de un mensaje antiguo, el de la fragmentada recomposición...
El tercer lenguaje es el de la muerte, la aniquilación, el espacio vacío, la página en blanco, las palabras no dichas, ni siquiera pensadas; la carga cósmica de la conciencia de una unidad imposible, la terrible conciencia de un verdadero sin sentido...

Sólo en una ocasión y subrepticiamente, con el sentimiento de estar cometiendo un acto culposo, tuve apenas un breve vislumbre del texto. A espaldas suyas, empinándome abusivamente por encima de su hombro, y en forma sigilosa, lo vi sollozar desesperado, oprimiendo entre las dos manos su cabeza, mientras hacía un esfuerzo sobrehumano por completar una frase, por encontrar quizá una palabra adecuada, precisa, irreemplazable, que le otorgara un sentido al tejido de su vida, y entonces pude ver esos caracteres minuciosos, esas líneas tortuosas, esas páginas amarillentas ya, con marcas de fuego en algunos de sus bordes, viejas desgarraduras y rastros de sangre reseca.