jueves, 11 de septiembre de 2008

EL RECONSTRUCTOR DE TEXTOS

Es duro mi oficio: soy reconstructor de textos.

Mi trabajo consiste en viajar por el mundo recogiendo los restos del naufragio y del incendio, las hojas arrastradas por el viento, los gritos de espanto de las víctimas del insuceso. Husmeo entre los escombros de las ciudades devastadas, entre los restos calcinados de los templos, las oficinas, los archivos notariales y debo rescatar, es mi misión, aún a costa de mi propia vida, el más mínimo legajo, el más decrépito folio,arrancado de cualquier texto por una mano infame.

Debo recorrer los siete mares y los cinco continentes, debo perderme en laberintos de nieve o de fuego, debo excavar la tierra acumulada pormilenios, debo apartar los huesos, los detritus, las cenizas, los humores domésticos de las antiguas ciudades asoladas por la ira de los dioses o las fuerzas desatadas de la naturaleza y de los pueblos; debo llegar hasta la escencia de Sodoma, Nínive, Jericó, la consumida Alejandría, debo buscar entre las grietas de los muros de Jerusalem y entre los ladrillos de las torres derribadas de Babilonia las señales testimoniales; debo traducir, interpretar, recomponer, las promesas de amor, los tratados de medicina y de agrimensura, los mapas de las constelaciones, los conjuros de viejos alquimistas, las fórmulas secretas.

Tengo que deducir de una palabra un versículo, de un párrafo un texto, de una biblioteca un mundo. Del signo que representa un arbol, debo extraer raíces y proyectar ramificaciones en el cielo, primaveras inciertas y frutos de infundio. Debo esforzar mis ojos hasta lo más profundo. Es arduo mi oficio y me consume y, a veces, tengo miedo...


***Publicado en Voies d'encre N° 19, Eté 2006
Revue littéraire de création. Chemins du monde.
3 BIS, Rue Michelet, 33140 Villenave d'Ornon
France
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